Encarni Barrera, montejiqueña de nacimiento aunque residente en Huelma desde hace veinte años, publica su segunda novela, El infierno cabe en un suspiro (Ed. Círculo Rojo), precedida por el éxito de Las manecillas del reloj, el libro cuya publicación supuso la realización de un sueño, y que ha despertado un gran interés social y editorial. En esta segunda novela, se mete de lleno en el universo virtual de Internet, para analizar la relaciones personales a través de la red, que pueden dar lugar a situaciones indeseadas o desagradables. A partir de una experiencia propia, construye una historia que ya ha recibido las primeras críticas positivas, y que acaba de presentar en Montejícar.
¿Cómo fue la presentación de El infierno cabe en un suspiro en Montejícar?
La gente salió muy contenta. La mayoría eran mujeres, todas muy atentas. Fue una presentación muy amena, porque en la mesa estaba Vicente García, que me conoce muy bien, y fue en mi tierra, con mi gente y en familia.
¿Qué nos cuentas en El infierno cabe en un suspiro? ¿Por qué ese título?
La novela tiene como base las relaciones a través de las redes sociales y las páginas de contactos. Es una relación que comienza por un contacto a través de la red. En cuanto al título, muchas veces no sabemos a lo que nos estamos exponiendo cuando pulsamos una tecla del ordenador, y sin quererlo podemos estar entrando en un infierno que cabe en un suspiro. Igual que en un suspiro cabe la alegría y cabe el desahogo, también cabe un infierno. Cuando no sabes lo que manejas, te puedes encontrar sorpresas muy desagradables. La novela está llena de matices, igual que la otra. A este infierno lleva el inconformismo, la inestabilidad emocional de una mujer que tiene sus problemas, no se siente valorada, y lo descubre un poco tarde. Intenta suplir las carencias a través de estas relaciones que casi siempre son ficticias, pocas veces se consolidan como reales. En la novela he querido plasmar las dos caras, cómo una relación puede ser nefasta, pero también en la red se puede encontrar una relación válida. Hay un poco de controversia.
¿Tenías la idea desde hace tiempo?
Surge a través de una mala experiencia personal. Yo fui una de las personas que se vio dentro de una página de contactos sin buscarlo, sin pretenderlo. Y lo descubrí por casualidad, como mucha gente, que me consta que tampoco habían accedido voluntariamente a estar ahí. Fue hace tres años, a raíz de abrir mi página en Facebook, en 2010. Durante este tiempo he estado indagando, escuchando historias. Yo no conocía el chateo. Iba tomando notas, y cuando las he tenido maduras, es cuando la he escrito.
¿Qué diferencias hay con la primera novela, Las manecillas del reloj?
Muchas. Desde la estructura, que es totalmente distinta. La anterior partía de un principio, de un capítulo uno, y luego iba alternando presente y pasado. Esta empieza con un prólogo que es el final de la novela, aunque no se desvela nada de la trama; es el resumen de lo que pasa la protagonista femenina. Y luego la estructura en capítulos alternos por sexos: un capítulo está narrado por la protagonista femenina, y el siguiente por uno de los protagonistas masculinos. El final es un capítulo en tercera persona, por el narrador, que soy yo; mientras que los 26 capítulos anteriores están narrados en primera persona. Desde la estructura hasta la trama, que la anterior era más sentimental, esta es más dura: mezcla lo que puede llegar a sentir una mujer hasta aceptar el maltrato. Cambia el fondo y la forma. Además de que en la otra divagaba más en el tema profesional, mezclaba más historias. Esta es más lineal, ha sido más difícil de escribir porque ha sido insistir durante 27 capítulos, y hacerlo de una forma amena y fácil de leer. Ya ha habido gente que la ha acabado, me están llegando las primeras críticas y me dicen que es muy fácil de leer; quizá en eso sí es igual que la anterior. Pero es lo único.
“Muchas veces no sabemos a lo que nos estamos exponiendo cuando pulsamos una tecla del ordenador.”
¿Localizada en algún pueblo en concreto?
Vuelvo a mis orígenes, en este caso Montejícar sale. La protagonista vive en Huelma, porque llevo veinte años viviendo allí y creía de justicia poner algo de lo que conozco bien. La protagonista vuelve a ser montejiqueña y vuelvo a describir la sociedad de Montejícar. A uno de los protagonistas lo pongo en Úbeda, porque viví allí un año que me marcó mucho. Toco un poco Granada, siempre me gusta tocarlo porque soy granadina y mientras escriba seguiré plasmando a Granada. Y por último, Cádiz, porque, junto con Granada, es la ciudad andaluza que más me gusta y que mejor conozco. En esos cinco escenarios se desarrolla la novela.
¿Habrá presentación de la novela en Granada?
Espero y deseo poder presentarla en Granada. La próxima presentación será en Huelma. Y tengo presentaciones en los pueblos de Jaén. Espero volver a presentar también en Motril.
¿Dónde podemos encontrar El infierno cabe en un suspiro?
Bajo demanda se puede encontrar en cualquier librería de España, siempre que se solicite. Ahora mismo está en Huelma, en Montejícar, en Granada, en Villanueva de la Reina, en Motril, Cabra del Santo Cristo, también en Jaén… Ya está en los lugares en los que más se ha vendido la anterior.
¿Has publicado con la misma editorial?
Con la anterior acabé contrato el portal de autoedición, y otra editorial me ha propuesto volver a publicarla para distribuirla. Me lo estoy pensando, porque habría que volver a corregir, empezar otra vez desde cero. Es un trampolín, y probablemente diga que sí, porque además daría pie a que El infierno también sea publicada de esta manera; que cuando acabe contrato con la empresa de autoedición, se encargue una editorial privada de volver a distribuirla. Aparte me han dejado las puertas abiertas para editar la próxima. Así que estoy muy contenta.
¿Cómo se ha vendido la primera?
Van vendidos mil ejemplares en un año, que pueden parecer pocos, pero para una desconocida como yo, que lo ha vendido en dos provincias prácticamente –aunque ha salido fuera, a Madrid, Valencia, Sevilla, Mallorca, Navarra, País Vasco…-, Granada y Jaén. Si tenemos en cuenta que yo no pertenecía al mundo literario, estoy muy contenta. En una de las librerías de Jaén me llegaron a decir que se vendían los famosos, y de escritores desconocidos, la única que había conseguido vender 14 ejemplares en cuatro meses había sido yo. Tal como está el patio, está muy bien. De ahí viene el interés de la editorial, que se mueve mirando blogs, páginas, y viendo los seguidores que mueve alguien.
A nivel personal, ¿qué ha representado Las manecillas del reloj?
Fue una aventura. La hice sin expectativas. Edité la primera edición, con 500 ejemplares, pensando en Montejícar y Huelma, repartir entre los conocidos y amigos. Era Navidad, y en Montejícar y Huelma la gente la compró para regalar, y esto se fue extendiendo. La acogida me desbordó. Estoy muy agradecida a Las Manecillas y a mucha gente. Siendo una novela que de entrada estaba destinada a las mujeres, fueron hombres los que me abrieron puertas: el bibliotecario de Alcaudete, el director del colegio de Cabra, y un paisano de Motril al que no conocía, uno de los bibliotecarios de Alcalá… Y esas puertas se han quedado abiertas. A nivel personal te desbarata un mundo. Fue una aventura que hacía realidad un sueño, el de ver publicado un libro mío. Dentro de que tenía fallos, en este estoy mucho más segura porque he tenido quien lo corrija a base de bien. Más segura y con más miedo, porque en la primera no tenía nada, era un libro para mis amigos y conocidos.
Ahora con más responsabilidad porque tiene que cumplir las expectativas de mucha gente.
Exacto. Ahora el miedo era ese. El otro ha gustado, este gustará o no. Cómo escribo para que guste, a ver qué frases… Mides más la historia, las frases. Ahora tengo mucho más miedo que con la otra.
¿Qué proyectos tienes de cara al futuro?
Después de Las Manecillas, estaba en una novela ambientada en la posguerra, La niña rota, pero quiero que sea con una semblanza muy distinta. Llevo nueve capítulos escritos, pero la estoy amasando muy bien. Es una época que no conozco, la conozco a través de lo que mi abuela me contaba. Son experiencias personales de mi abuela y de mis padres, de conocidos, y tengo que tener cuidado para depende de qué temas saber cómo contarlos, aunque no es su biografía. Si es una etapa que no he vivido, tengo que basarme en lo que me contaban otros, y siempre con mucho cuidado para no herir sensibilidades. Quiero ser muy imparcial, y está costando mucho más. Quiero que salga pero cuando pueda ser, no me voy a poner tiempos. Quiero disfrutar, ser yo la que ponga fecha para las presentaciones. Todavía estoy presentando Las manecillas, tienen un año, están recién paridas y ya ha salido la otra. Por ahora tengo tres presentaciones pendientes, más las que están saliendo con El infierno. Quiero tomarme un tiempo, descansar, disfrutar, para tener la mente lúcida a la hora de seguir con mi Niña rota, que me ilusiona mucho acabarla.